viernes, 16 de julio de 2010

LABERINTO DE CHARTRESS




http://www.visionintegral.com.ar/03_servicios_de_csb/03_mandalas/03_presentacion_laberinto_Chartres.htm

El Laberinto: Símbolo del Alma
Entrar a un Laberinto es ingresar a un rito casi tan antiguo como la misma raza humana. El alma se expresa en imágenes, ritmos y metáforas y el Laberinto, como imagen arquetípica, es una manifestación visible de todos ellos. Ha sido usado como vía de peregrinación y como herramienta universal de meditación por diversas tradiciones espirituales.

Este Laberinto es una réplica reducida del Laberinto de la Catedral de Chartres, construido alrededor del año 1220 en Francia. Mandala cosmológico y calendario de base lunar, tiene su fundamento en la geometría sagrada, ese antiguo arte que otorga serenidad y equilibrio a las emociones y la mente.

El círculo es universalmente reconocido como símbolo de totalidad y unidad ; la espiral, de transformación y crecimiento. El Laberinto de Chartres es un circuito de once vueltas y de una sola vía que conduce siempre hacia el centro, sin caminos falsos ni riesgo de perderse, y retorna hacia la salida. El camino hacia adentro facilita la limpieza y aquietamiento de la mente ; el espacio central es un lugar de meditación y contemplación para permanecer receptivos a las bendiciones del silencio; el camino hacia afuera, conduce a la integración de la creatividad y el poder amoroso del alma en el mundo. Si se recorre con la mente y el corazón abiertos, el mandala se convierte en un espejo que responde a las preguntas acerca de quiénes somos y dónde estamos en nuestra vida. Al compartir la peregrinación con otros exploradores de la conciencia, nuestra existencia individual se ilumina con el sabor de lo universal y eterno.
Este Laberinto participa del World-Wide Labyrinth Project, creado por la Reverenda Canon Dr. Lauren Artress de la Grace Cathedral de San Francisco.


Proceso de construccion del Laberinto de Chartres en Buenos Aires, Argentina

La primera reunión para la construcción del Laberinto fue en el plenilunio de Virgo del '99 , cuyo símbolo es la Virgen, la única figura femenina en el zodíaco. La luna estaba en Piscis, representante del servicio, del amor universal, de la unión con lo trascendente. Era además el cumpleaños de la Madre Teresa, y en nuestro país al menos se celebraba el día de la Solidaridad. Dos meses después, en el plenilunio de Escorpio, lo caminamos juntos por primera vez, totalmente terminado. Salvo ese primer encuentro, nos reuníamos sólo los fines de semana. Fuimos un grupo, heterogéneo en cuanto a sexo y edades, de veinte personas : la mayoría médicos, psicólogos y artistas plásticos, pero también había entre nosotros un ingeniero y una arquitecta que resultaron de gran ayuda para el trazado de la estrella de 13 puntas (el corazón invisible que sustenta el diseño del Laberinto). Quisimos que las jornadas de trabajo fueran, al mismo tiempo, un íntimo viaje de autoconocimiento. Por eso había momentos de trabajo en silencio, otros de repetición de mantrams y otros para reflexionar y compartir los aprendizajes que se iban adquiriendo.

Salvo dos personas, todas las demás ya éramos meditadores embarcados en el propio camino espiritual. Nos propusimos seguir exactamente las proporciones, color, ubicación, etc. del original y por eso fijamos la entrada del Laberinto mirando levemente hacia el noreste porque corresponde a la salida del sol en el solsticio de verano en nuestro hemisferio. Hicimos limpieza y purificaciones del lugar y de cada uno de nosotros al empezar , así como bendiciones de los materiales que íbamos a utilizar y agradecimiento por ser un eslabón más de una cadena sagrada entre los peregrinos que nos antecedieron y los que en el futuro lo harían, el sentimiento de ser Uno con los peregrinos del mundo.

Dadas las dimensiones del dibujo, diseñamos herramientas especiales tales como el hipercompás, la superregla y una especie de patineta con una lona gruesa para facilitar el trazado de los círculos. Luego de riquísimas investigaciones plasmamos dos estrellas: la interna, que marca la posición correcta de los pétalos de la roseta central, y otra mayor, que une el centro con las lunaciones externas Cuando terminamos de dibujarlas, quisimos sacarnos una foto acostados en los brazos de la estrella grande. Estábamos cansados porque era ya el fin de la tarde : los pocos minutos que yacimos en su interior fueron prodigiosos en cuanto a la revitalización que sentimos. De allí surgió la idea, dado que uno de los "peregrinos constructores" es un médico psicoterapeuta que trabaja con la máquina Kirlian y su mujer, psicóloga brasileña, con el péndulo, de hacer mediciones de lo que pasaba en el corazón de la Estrella. Al domingo siguiente, se hicieron las mediciones (antes de entrar y al salir) y fue muy notoria la diferencia tanto en la alineación como en el flujo energético que registraban las fotos kirlian.

El clima fue siempre de mucha alegría. Queríamos que toda la atención estuviera focalizada en el Laberinto y, como no podíamos estar todos simultáneamente en el trabajo en el piso, íbamos rotando en meditaciones de recorrer con el dedo un Laberinto de madera, dibujar cada uno su propio Laberinto en papel o pintarlo los que no se atrevían a dibujarlo. Había un rol de seva ( palabra sánscrita que significa servidor : siervo de lo Sacro, servidor del grupo, servicio a la obra) que era rotativo y la función era la de estar en disponibilidad para lo que el grupo necesitara y que la tarea se cumpliera del mejor modo posible. Esto propiciaba el ser conciente del grupo como un cuerpo mayor al que pertenecemos sin perder nuestra identidad personal.

Esto también se estimulaba compartiendo las informaciones teóricas acerca de los laberintos de meditación y especialmente acerca de la simbología e historia del Laberinto de Chartres, libros, videos y experiencias vividas. No había una persona que detentara el conocimiento sino que era una tarea que se hacía entre todos. Como desafío personal, se invitó a cada peregrino constructor a tomar un valor espiritual como guía durante las jornadas de construcción y estar al servicio de esa energía. Así, el Laberinto de nuestra Fundación irradia no sólo la luz de su propia energía sino también la conciencia generada en cada constructor por su esfuerzo en sostener la paciencia, el amor, la fe, la generosidad o la ecuanimidad en su corazón. Fue un hermosísimo trabajo y una fecunda semilla sembrada hacia el porvenir.

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