lunes, 9 de septiembre de 2019

Si todos los sacerdotes fueran como Pedro Opeka...la pobreza no existiría.

Gira por Africa

El papa Francisco, en la ciudad de la esperanza que surgió de la basura en Madagascar

https://www.clarin.com/mundo/papa-francisco-ciudad-esperanza-surgio-basura-madagascar_0_LJ5g22TcB.html

Visitó Akamasoa, el barrio de la capital de Madagascar construido gracias al tesón del misionero argentino Pedro Opeka.













El papa Francisco y el padre Pedro Opeka, en Akamasoa. AFP
Francisco pudo comprobar en primera persona la labor de este misionero: las casas de 
colores distribuidas por la colina, los ambulatorios y paritorios para atender a las 
mujeres que antes morían al dar a luz, las calles asfaltadas y 300 escuelas en 
las que se educa a 15.000 niños, pabellones deportivos, electricidad y agua potable.
"Aquí había un lugar de exclusión, sufrimiento, violencia y muerte. Después de 
treinta años, se ha creado un oasis de esperanza en el que los niños han 
recuperado su dignidad, los jóvenes han regresado a la escuela, los padres 
han comenzado a trabajar para preparar un futuro para sus hijos", 
exclamó el padre Opeka al dar la bienvenida al papa.
Este misionero, candidato al premio Nobel de la Paz, aseguró que en este 
lugar se ha erradicado la pobreza extrema "gracias a la fe, el trabajo y la
 escuela, al respeto mutuo y la disciplina. Aquí, todos trabajan".
"Hemos demostrado en Akamasoa que la pobreza no es un destino 
ineludible, sino que fue creada por la falta de sensibilidad social de los líderes 
políticos que han olvidado y dado la espalda a las personas que los eligieron", denunció.
Opeka agradeció al pontífice su visita a este pueblo, "donde Dios amaba 
tanto a los pobres que los liberó de la esclavitud según la cual todos vivían por sí mismos".
Arropado por los coros de los niños, que también cantaron en español,
 Francisco tomó la palabra en un pabellón de Akamasoa donde cada 
domingo se ofician unas misas que por su alta participación -a ellas 
asisten miles de personas- y la alegría de sus canciones y bailes 
se han convertido, incluso, en un reclamo turístico.
"Cada rincón de estos barrios, cada escuela o dispensario son un canto de
 esperanza que desmiente y silencia el destino", resaltó Francisco.
Y agregó: "Digámoslo con fuerza, la pobreza no es un destino ineludible".
A los jóvenes de Akamasosa, que en lengua malgache quiere decir 
"buenos amigos", los instó "a no bajar nunca los brazos ante los 
efectos nefastos de la pobreza" y a no sucumbir "a las tentaciones 
del camino fácil o del encerraros en vosotros mismos".
Su recorrido por Akamasoa continuó con una visita a la cantera de 
granito, una iniciativa también de Opeka con el objetivo de que 
los habitantes trabajasen para construir su propia ciudad y para ganarse la vida con dignidad.
La cantera da empleo a 700 personas, con la piedra se
 construyen nuevas casas para las miles de personas que buscan 
refugio en Akamasoa y también se exporta el granito.
En Akamasoa hay varios talleres que construyen muebles para 
las casas de la ciudad y también para exportar. así como bancos de 
escuela para todo el país.
Frente a este paisaje lunar de la cantera de granito, Francisco 
pronunció una oración por los trabajadores, en la que abogó por u
nas condiciones más dignas y por que todos puedan tener un empleo.
"Esperamos que algún día haya más justicia para los más pobres", 
afirmó uno de los trabajadores de la cantera, al dar la bienvenida al 
pontífice argentino.
Aseguró que la visita del papa dará nuevos estímulos para "levantarnos 
cada mañana con más valor y fuerza para trabajar para nuestros hijos".
Francisco inició su jornada en Madagascar, donde llegó el pasado viernes 
procedente de Mozambique, con una misa ante cerca un millón de personas, 
según los organizadores, en Antananarivo.
En su homilía invitó a levantar la mirada, a ajustar las prioridades 
para ver "cuántos hombres y mujeres, jóvenes, niños sufren y están 
totalmente privados de todo".
"Ante la dignidad humana pisoteada, a menudo permanecemos con los
 brazos cruzados o con los brazos caídos, impotentes ante la fuerza oscura 
del mal. Pero el cristiano no puede estar con los brazos cruzados, 
indiferente, ni con los brazos caídos, fatalista: ¡no!", exclamó.
PB
Fuente: EFE

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